La contaminación atmosférica es más peligrosa para el bebé
Los pulmones del niño son dianas para la salud ambiental
Muchas de las sustancias tóxicas se encuentran suspendidas en el aire y por eso suelen entrar en nuestro organismo a través del aparato respiratorio. El bebé es más sensible que un adulto a esos contaminantes, debido a que el pulmón es el órgano que más tarda en madurar en el feto. En parte porque no lo necesita: dentro del útero materno el bebé no respira, el oxígeno limpio le llega a través de la sangre que discurre por el cordón umbilical desde la placenta, y esta a su vez se encarga también de “recoger” la sangre cargada de impurezas.
Tóxicos: por qué los niños son más vulnerables
La maduración de los pulmones, bronquios y alvéolos se sucede a lo largo de toda la infancia:
- Un bebé al nacer cuenta con unos 10 millones de alvéolos, y a los ocho años, tiene más de 300 millones, más o menos como un adulto.
- La superficie alveolar, que es donde se produce el intercambio entre el oxígeno y el anhídrido carbónico, aumenta de los 3 m2 en el nacimiento a 75 m2 en la adolescencia.
- Hasta los 18 años, las fibras de colágeno no rellenan las paredes alveolares al máximo.
- La frecuencia respiratoria disminuye de 40 respiraciones por minuto en el recién nacido a 15 en los adultos, de tal forma que la cantidad de aire inhalado en reposo por kilogramo de peso es casi tres veces mayor en el niño que en el adulto.
Todo esto explica la mayor vulnerabilidad de los más pequeños frente a sustancia químicas contaminantes que se encuentran en el aire. Este riesgo es aún mayor en los niños que nacen prematuros, cuyos pulmones están sensiblemente menos maduros que los de los bebés nacidos a término.
Efectos de la contaminación en el bebé
La contaminación atmosférica puede retrasar el desarrollo pulmonar. Cuando se respiran contaminantes, los pulmones se inflaman y la inflamación crónica puede desempeñar un papel en este proceso asociada a los agentes contaminantes del aire que irritan las vías pequeñas aéreas. Los científicos también sospechan que los agentes contaminantes del aire pueden influir en el crecimiento de los alvéolos.
En niños hay una mayor incidencia de tos, moco, expectoración, sibilancias, mayor incidencia y gravedad de infecciones de vías bajas, así como de las exacerbaciones asmáticas y pérdida de la función pulmonar; también neurológicas, como disminución de función cognitiva, déficit de atención e hiperactividad y autismo en niños.
¿Dónde está el peligro?
La contaminación atmosférica de las grandes ciudades es uno de los mayores peligros para los bebés y uno de los principales retos de salud medioambiental. La contaminación del aire doméstico, sobre todo por tabaco, va disminuyendo mientras sube la generada por las megaciudades: vehículos motorizados y combustibles fósiles, globalización industrial, centrales eléctricas, agricultura intensiva...
En España casi la mitad de los niños y embarazadas convive con algún fumador en el hogar. El tabaco se encuentra en el ambiente expelido por fumadores o incluso las sustancias que se desprenden de tapicerías, muebles o ropa de los fumadores, procedente de la reacción química entre los componentes de los cigarrillos y otras sustancias que hay en el aire.
Cómo conseguir el desarrollo óptimo del niño
- No fumar nunca delante del bebé, ni en el coche ni en el hogar aunque no estén los niños y embarazadas delante.
- Evitar lugares donde se trabaje con agroquímicos o fertilizantes y pesticidas industriales.
- Hay que impedir que el bebé entre en contacto con pinturas, disolventes, decapantes…
- Visitar los parques urbanos de sus ciudades e intente aumentar las experiencias de contacto con la naturaleza.
- Caminemos más y usemos menos el vehículo a motor.