Los neurotóxicos influyen en el desarrollo del cerebro del bebé
El mercurio y la falta de yodo pueden afectar a su inteligencia
El bebé nace con un sistema nervioso y un cerebro muy inmaduros, cuyo desarrollo finaliza en la primera infancia. Por eso, estos órganos del bebé son los que cuentan con un mayor periodo de vulnerabilidad a tóxicos y contaminación. La conexión de las neuronas y la creación de circuitos cerebrales ocurre sobre todo en los primeros 4 años de vida. En cambio otros órganos como el hígado o riñones se encuentran ya formados en el primer trimestre de embarazo.
La ganancia de peso del cerebro adulto se realiza mayoritariamente desde el segundo mes de embarazo y hasta los siete meses de de vida tras el nacimiento. El 80% del peso cerebral de los individuos se alcanza durante este periodo crucial de la vida. De ahí la importancia del ambiente que rodea al pequeño. Una sustancia tóxica puede interferir en los procesos de maduración del sistema neurológico, como la interconexión de las neuronas o la mielinización (las neuronas se recubren de grasa para facilitar la transmisión de mensajes), y afectar al desarrollo óptimo del niño.
¿Por qué el cerebro del niño es más vulnerable?
El cerebro del bebé es más vulnerable a los tóxicos por diferentes factores:
- El sistema nervioso del feto es muy sensible dada la inmadurez de la llamada barrera hemotoencefálica. Esta barrera que protege al cerebro de los adultos de los tóxicos medioambientales no se forma hasta los seis meses de vida del bebé.
- Los neurotóxicos presentan más riesgo en el recién nacido porque en proporción al peso corporal, su flujo cerebral es mayor que el del adulto.
- También el tamaño de su cerebro es mucho mayor en proporción a la masa corporal: si en un adulto su cerebro representa el 2 por ciento de toda la masa corporal, en el recién nacido es del 14 por ciento.
- El feto tiene una capacidad de eliminación metabólica limitada, lo que acarrea que muchos neurotóxicos puedan acumularse durante más tiempo y a niveles más altos que los encontrados en la madre.
Dónde está el peligro
- Uno de esos neurotóxicos es el mercurio. Los efectos más preocupantes de la exposición crónica al metilmercurio (o MeHg, presente en especies de pescado de gran tamaño) se asocian a la mayor vulnerabilidad del cerebro fetal e infantil. También se ha asociado a un mayor riesgo de hipertensión en el embarazo.
- La exposición crónica al metilmercurio es especialmente tóxica para el sistema nervioso central inmaduro y como un potente agente teratógeno del cerebro fetal, produciendo alteraciones en el desarrollo de sus estructuras.
- Estos hallazgos anatómicos y fisiológicos, fueron detectados en animales de experimentación, y desgraciadamente ratificados años más tarde en las autopsias infantiles realizadas tras los accidentes acontecidos en Minamata (Japón), Iraq y Guatemala.
Aviso a las embarazadas
Hay que tener en cuenta que el 10% de las embarazadas o en mujeres en edad fértil en España consumen más mercurio respecto a las recomendaciones semanales establecidas.
Por ello es necesario informar a las madres y mujeres en edad fértil mediante folletos para disminuir el daño por la excesiva exposición a metilmercurio. España tiene una dieta diversa y rica en pescado. Este alimento supone un aporte básico e importante de otros componentes muy importantes para el desarrollo fetal como selenio, omega 3 y proteínas de alta calidad que pueden contrarrestar el efecto de este neurotóxico. La oferta y el consumo es tan variado en España (43 kilos de pescado por persona y año), con decenas de productos del mar, que no sería difícil optar por otras especies con menor contenido de MeHg.
Cómo consumir los pescados de gran tamaño
Aunque los expertos debaten todavía sobre los niveles seguros de metilmercurio en el pescado, la presencia creciente de este potente tóxico en los tejidos de los peces en todos los ríos y mares del planeta empieza a ser preocupante. Esto ha llevado a agencias gubernamentales a recomendar limitar su consumo en las personas más sensibles: mujeres que podrían quedarse embarazadas, durante la gestación, madres lactantes y niños pequeños.
España es, junto con Japón, el país del mundo que mayor consumo de pescado por persona y año realiza. Las embarazadas y mujeres en edad fértil han de tener cuidado con el atún rojo y emperador o pez espada, también conocido como marrajo. Los tiburones o cazón también puede incrementar su cantidad.
Las recomendaciones en España para el consumo de pez espada, tiburón, atún rojo (Thunnus thynnus: especie grande, normalmente consumida en fresco o congelada y fileteada) y lucio son las siguientes:
- Mujeres embarazadas o que puedan llegar a estarlo o en período de lactancia: Se desaconseja el consumo.
- Niños menores de 3 años: Se ha de evitar su consumo.
- Niños entre 3 y 12 años: Limitar a 50 gramos por semana o 100 gramos cada dos semanas. No se debe tomar ningún otro pescado de esta categoría en la misma semana.
El daño cerebral se puede producir no solo por los tóxicos presentes en la dieta o en el medio ambiente, como el mercurio acumulado del pescado. También por las sustancias que faltan como consecuencia del actual nivel de desarrollo. Por ejemplo, en España hay muchas zonas que son endémicas en yodo por la sobreexplotación de la tierra. Ese déficit de yodo en la dieta puede provocar en el feto y en el lactante un cociente intelectual más bajo. Hay que tener presente que el yodo le llega al feto a través de la dieta materna y al recién nacido con la leche materna.
Cómo conseguir el desarrollo óptimo
- Limita el consumo de peces de la familia de los grandes depredadores, como el emperador, el pez espada, el lucio o el atún rojo o el tiburón. Pero solo de esas especies, no de las de tamaño mediano o pequeño.
- Este alimento supone un aporte básico e importante de otros componentes muy importantes para el desarrollo fetal como selenio, omegas 3 y proteínas de alta calidad que equilibran el efecto del metilmercurio o MeHg. La oferta y el consumo es tan variado en España que se puede optar por tomar otras especies de pescados blanco o azules, pero con bajo contenido en mercurio, como por ejemplo la sardina, el boquerón, el lenguado, la merluza, sepia, calamar...
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