Cambios en la anatomía y fisiología de la embarazada
Los órganos de la embarazada se desplazan por el crecimiento del útero
El embarazo por sí solo produce cambios en la anatomía y fisiología de la mujer, que suponen una adaptación continua para permitir el adecuado desarrollo del feto, preparación al parto y la lactancia.
Por todo esto, la práctica de ejercicio físico afectará de manera distinta a la gestante y se debe adecuar a estos cambios.
Cambios cardiovasculares
Durante el embarazo se producen dos importantes hechos:
• Aumento de los requerimientos debido al continuo desarrollo del feto
• El desplazamiento de determinadas estructuras por el aumento de tamaño del útero.
El gasto cardiaco de la mujer embarazada aumenta entre un 30% y un 40% desde el inicio al final de la gestación debido al incremento de la frecuencia cardiaca de 70 latidos/minuto a 85 latidos/minuto (al final del embarazo). También se produce se produce un 45% de aumento del volumen sanguíneo materno que permite un adecuado flujo en útero y placenta.
Estas modificaciones cardiovasculares no suponen ningun riesgo para la mujer embarazada sana. Durante la práctica del ejercicio físico se produce una redistribución sanguínea en el organismo de la gestante hacia los músculos en movimiento, pulmones y corazón, lo que supone una disminución del 25% en el flujo sanguíneo de la zona útero-placentaria. Para evitar posibles riesgos derivados de esta redistribución sanguínea existen mecanismos materno-fetales que lo compensan y permiten asegurar el bienestar fetal durante la práctica de ejercicio moderado.
Cambios respiratorios
Según avanza el embarazo se produce un incremento en la necesidad de volumen respiratorio y de cantidad de oxígeno.
El crecimiento del útero provoca que el diafragma se eleve y que la respiración se realice con los músculos del tórax sin la ayuda de los músculos abdominales, provocando una sensación de mayor dificultad al respirar junto a un aumento en la frecuencia respiratoria.
Debido a este aumento en la necesidad de oxigeno y al mayor esfuerzo para respirar debido al crecimiento uterino se produce una menor disponibilidad de oxigeno para la práctica de ejercicio aeróbico durante el embarazo.
Cambios metabólicos y endocrinos
En el embarazo se producen muchos cambios en la actividad y los niveles hormonales. Se produce un incremento en los niveles de estrógenos, progesterona y otras hormonas, así como cambios en el metabolismo de los carbohidratos.
Estos cambios son necesarios para cubrir los requerimientos metabólicos de la madre y del crecimiento del feto, cuya principal fuente de alimento es la glucosa que se halla presente en la sangre materna.
La práctica de ejercicio físico durante la gestación es beneficiosa para la adaptación a los cambios en la resistencia a la insulina que se produce en la segunda mitad del embarazo.
Si la realización del ejercicio físico no supera la intensidad recomendada, es decir, una intensidad moderada, no hay razón para que existan riesgos o problemas para cubrir los requerimientos energéticos del feto.
Cambios en el aparato locomotor
Durante la gestación, la mujer experimenta numerosos cambios destinados a adaptar su organismo al embarazo. Se produce un aumento en el volumen y peso de los pechos, un aumento del volumen uterino, la parte baja de la espalda se curva y el centro de gravedad se desplaza, aumenta el peso corporal, las articulaciones ganan elasticidad y existe un menor retorno venoso en las piernas debido al aumento de tamaño del útero.
Por todos estos cambios es necesario, a la hora de la práctica de una actividad física, tener en cuenta:
• Evitar aquellos ejercicios que requieran la realización de movimientos bruscos y que puedan aumentar el riesgo de lesión.
• Evitar ejercicios que fuercen las articulaciones
• Es recomendable practicar deportes denominados de bajo impacto, como la natación, la marcha o pilates.
• En las mujeres deportistas, con partos prematuros o riesgo de parto prematuro es recomendable una reducción de la actividad física en el segundo o tercer trimestre.
Temperatura corporal
En el embarazo y el ejercicio físico se produce un aumento de la temperatura corporal materna.
La mujer embarazada posee un sistema de regulación de la temperatura mucho más eficiente que la mujer no gestante. Este sistema es un sistema de protección frente las elevaciones de temperatura que puedan ser perjudiciales para el feto. Algunos estudios indican que elevar la temperatura materna en 1,5ºC o más de manera continuada puede suponer un grave riesgo para el desarrollo embrionario y fetal, especialmente si ocurre durante el primer trimestre.
Es importante que la mujer gestante no realice una actividad deportiva que produzca un sobrecalentamiento corporal y siempre mantener un adecuado estado de hidratación y una buena reposición de líquidos durante y después del ejercicio físico.