Muy importante: vacunar de tosferina a la embarazada

La enfermedad mata a unos 15 bebés al año

vacuna tos ferina

Desde hace unos años en España y en muchos otros países desarrollados, se está observando un repunte muy preocupante en la incidencia de la tosferina, a pesar de que existe una cobertura pediátrica superior al 90%. Se debe a una bacteria -Bordetella pertussis- que produce una tos paroxística que puede llegar incluso a provocar el vómito. La vacuna contra la tos ferina puede administrarse a las embarazadas ya que son proteínas de la bacteria y no la célula entera, por lo que os la podéis poner sin miedo. 

Desde hace muchos años se vacuna a los niños contra la tosferina a partir del segundo mes de vida, junto con el tétanos y la difteria, después, a los cuatro años, se da una dosis de recuerdo y luego ya no se vuelve a administrar ninguna, salvo en Madrid, Ceuta y Melilla, que se proporciona otra en la adolescencia. Esta táctica está haciendo que estén apareciendo nuevos casos en la vida adulta, ya que la protección de la vacuna es muy escasa hacia los 7 años.

En los años noventa del siglo pasado la incidencia era de un caso por 100.000. Desde el año 2010, ha subido a siete por 100.000, y en aumento. El problema está en que el 40 por ciento de los afectados son lactantes menores de seis meses, que corren un riesgo muy elevado de muerte al poder desarrollar una tosferina maligna; el resto de los casos se produce en adolescentes no revacunados y adultos.

Por qué es tan importante vacunar de la tosferina


En un estudio publicado en la revista española "Enfermedades infecciosas y Microbiología Clínica" y otro publicado en "Medicina Clínica" se observó que más del 50 por ciento de los casos en lactantes la infección la trasmitieron los padres -sobre todo la madre-, en segundo lugar los hermanos adolescentes no revacunados y en tercer lugar, los abuelos. Esta infección es trasmitida al lactante, pudiéndole ocasionar su fallecimiento. En España podría haber unos 15 fallecimientos al año por esta causa y probablemente irá en aumento: de ahí que escribamos esta página, para advertiros de este hecho.

Las vacunas que actualmente se utilizan son acelulares, es decir no se utiliza la célula entera para inmunizar, sino algunas de las proteínas de la bacteria. Las vacunas con células completas utilizadas hace años son mejores para inmunizar, lo que significa que el efecto dura muchos años. Sin embargo tenían muchas contraindicaciones y por este motivo se elaboraron vacunas con proteínas exclusivamente de la bacteria.

Esta decisión provocó que la vacuna tuviera muy pocos efectos adversos pero también redujo los años de inmunización a unos siete. Además, estas vacunas no se pueden administrar a bebés menores de dos meses, ya que su sistema inmunitario no responde de modo adecuado. En este sentido se está investigando sobre distintas proteínas de la bacteria para que los lactantes de menos de dos meses puedan crear suficientes defensas, pero mientras esto llega habrá que desarrollar otras estrategias.

Recomendación: vacunar a adolescentes y adultos


Lo ideal sería que se vacunaran los adolescentes y los adultos pero esta táctica es muy compleja de llevar a cabo, de ahí que se preconizara la estrategia "del nido", que consiste en vacunar a la madre tras el parto, los hermanos adolescentes, los tíos, los abuelos y los cuidadores. Sin embargo, este sistema ha fallado en países como Francia y Estados Unidos donde ha sido un verdadero desastre dado el poco interés puesto por el médico de familia y el ginecólogo: no se ha superado el 20 por ciento los vacunados.

Sin embargo hay una estrategia que puede ser muy eficaz y es vacunar a la mujer embarazada entre la semana 27 y la semana 32 de embarazo, de este modo la gestante no contraerá la enfermedad cuando tenga a su bebé y, además, creará una gran cantidad de anticuerpos que pasarán la barrera transplacentaria, otorgando al recién nacido suficientes defensas para no tener la enfermedad hasta que se vacune. En el Reino Unido se han conseguido coberturas superiores al 50 por ciento , observándose una importante disminución de tos ferina en lactantes.

Dr. Miguel Ángel Herraiz Martínez
Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico San Carlos y Catedrático de la Universidad Complutense, de Madri