Historia del parto: De las comadronas y parteras a los ginecólogos
La primera descripción de un parto la relató Hipócrates
El parto o nacimiento, es el punto final del embarazo en el ser humano, cuando el nuevo bebé sale del útero materno al exterior. Para la mayoría de las culturas se considera este momento como la fecha inicial de la nueva vida del bebé y siempre ha tenido una gran significación antropológica a nivel social y familiar, siendo clave en el desarrollo de vínculo emocional entre la mamá y el bebé.
El parto sin complicaciones que requieran intervención médica es un proceso natural. Hablar de parto natural durante muchos años se consideró redundante pero hoy el parto natural es un nuevo modo de entender el momento del parto. Son tantas las corrientes actuales sobre este tema que es necesario explicar en qué consiste un parto natural, o también llamado naturalista.
Historia del parto natural
Al comienzo de la humanidad, unos 40.000 a.C., se tienen datos que indican que el parto era atendido por el marido; sin embargo, ya en el año 6000 a.C., se empieza considerar la ayuda al nacimiento como un "arte" y algunas mujeres van tomando mayor experiencia que otras, por lo que son requeridas con más frecuencia durante el trabajo de parto. Ése fue el inicio de unos de los oficios más antiguos de la humanidad, el de comadrona, partera o, en griego, "obstetrix" (palabra de la que deriva obstetricia y obstetra).
La primera descripción de un parto normal fue hecha por Hipócrates (460-377 a.C.), en su libro Naturaleza del Niño. Él consideró que el parto comenzaba cuando el feto tenía hambre y rompía la bolsa de las aguas con movimientos de sus manos y pies. A lo largo de la historia otros grandes médicos y ginecólogos, como Galeno, Mauriceau o Schroeder, también expusieron diferentes teorías de porqué comenzaba el parto. Hoy todavía las causas del inicio del parto son objeto de discusiones científicas.
En cuanto a la asistencia al parto en sí, fueron muy pocos los cambios que ocurrieron a lo largo de los siglos. Las comadronas seguían siendo las únicas verdaderas especialistas que sabían atender correctamente a las mujeres en el parto, además de aliviarles el dolor, aconsejar en su vida sexual o incluso llevar a cabo técnicas abortivas, sus conocimientos y experiencias los enseñaban de generación en generación. Mientras tanto los médicos consideraban que la sangre, heridas y partos no eran trabajos dignos de sus conocimientos; además la mujer en general estaba considerada un ser inferior y las comadronas, por sus conocimientos en hierbas, eran sospechosas habituales de brujería.
Fue en el siglo XVIII cuando los primeros médicos se interesaron por la obstetricia y comenzaron a pasar a la sala donde la mujer paría. Se comenzó a estudiar el parto como una ciencia y pronto se desarrollaron instrumentos como el fórceps y se impuso la posición horizontal de la parturienta. Los nuevos avances, además de los nuevos conocimientos de la anestesia y la asepsia en el siglo XIX, hicieron que disminuyera el riesgo de muerte en el parto del bebé y de la madre.
Durante el siglo XX, el control de la natalidad, el seguimiento médico durante el embarazo, el registro tocográfico durante el embarazo y técnicas quirúrgicas como la cesárea han hecho que la gran mayoría de los partos se desarrollen felizmente. Sin embargo, al mismo tiempo que se han producido estos avances, el momento del parto ha sufrido un proceso de deshumanización en el que la madre y la familia se han visto privadas de su derecho de intimidad y elección. Fue en esa época cuando diversos doctores (Lamaze, Bradley, Leboyer, etc.) comenzaron a desarrollar métodos que favorecían un desarrollo natural del parto centrándose en la mujer y/o el bebé, evitando medicamentos e intervenciones médicas innecesarias.
Por supuesto, la asistencia medicalizada de los partos y las reivindicaciones de su humanización es algo propio de los países industrializados, ya que la mayor parte de la humanidad sigue atendiendo el parto con una partera y nada más, haciendo que el parto siga siendo una de las causas de muerte más frecuente en los países subdesarrollados.
Corrientes actuales del parto natural
En la actualidad, hay varias calificaciones hacia el parto que, en ocasiones, se confunden entre sí. En un sentido más tradicional, podemos hablar de parto natural como aquel parto que se desarrolla con normalidad a través de la vagina y que no requiere más asistencia médica que control y medicamentos suaves como pueden ser, por ejemplo, los analgésicos.
Sin embargo, las nuevas corrientes naturalistas han tendido a diferenciar entre un parto medicalizado, es decir, partos que se desarrollan bajo supervisión y control médico para intervenir si es necesario (dentro podemos incluir el parto instrumentalizado, parto por cesárea, etc.), y un parto natural, como aquel parto en el que prima la fisiología y la naturalidad del proceso por encima de la técnica médica.
Son muchas las corrientes de pensamiento que defienden este tipo de partos y hay multitud de variaciones, pero los puntos en común podrían ser:
- Ambiente y entorno apropiado, íntimo y seguro, y apoyo emocional
- Libertad de expresión, movimiento y postura de la parturienta
- La parturienta como protagonista del parto
- Procedimiento naturales de abordar el dolor
- Intimidad y tiempo para recibir y acoger al bebé
En el ambiente hospitalario, y desde finales del siglo XX también la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo apoya, se ha abandonado la antigua idea de que "todo parto es complicado hasta que se demuestre lo contrario" y se apuesta por un parto humanizado, como un parto en el que, sin dejar de lado la vigilancia médica y su intervención si es pertinente, se mantiene a la parturienta y a su acompañante en un ambiente relajado y respetando el derecho ético de autonomía.