Nutrientes del preembarazo: Vitamina B12, D y zinc
Una gestación sana empieza los meses previos a la concepción
La formación de un bebé en el útero materno precisa de grandes aportes de vitaminas y minerales para conformar sus estructuras básicas. El entramado celular es el encargado de crear sistema nervioso, óseo muscular... Si la embarazada tiene carencias nutricionales, éstas se trasladarán a su hijo. Para prevenirlas, nada mejor que conocer la importancia de vitaminas de la B12 y la vitamina D, así como del zinc, un mineral que, además, favorece la fertilidad.
Vitamina B12: básica para el crecimiento celular
La cianocobalamina, cobalamina o vitamina B12 es una coenzima esencial para el crecimiento y la replicación celular, y para el mantenimiento de la vaina de mielina del sistema nervioso. Esto se debe a que interviene en las reacciones de síntesis del ADN, así como en los procesos de replicación y reparación de las células.
Las recomendaciones de su ingesta en una dieta normal son de 2 microgramos para las mujeres no embarazadas. En las mujeres embarazadas, sus necesidades aumentan ya que es necesario para la replicación de las células tanto maternas como fetales. Aumenta sus necesidades un 10 por ciento en caso de las mujeres embarazadas siendo recomendable una ingesta desde 2.2 microgramos a 2.6 al día durante la gestación. Las necesidades se incrementan levemente durante la lactancia, por lo que se recomienda 2.8 microgramos.
La presencia de vitamina B12 sólo se encuentra en alimentos de origen animal. Por ello, toda persona vegetariana debe suplementar su dieta con dicha vitamina. Aquellas mujeres vegetarianas que programan un embarazo deben suplementarse con vitamina B12 previo y durante la gestación. Los alimentos ricos en cobalamina son los huevos, la carne, las aves, el marisco y la leche y derivados
La absorción de la vitamina B12 en el organismo es altamente compleja interviniendo en este proceso sustancias contenidas en la saliva, en el jugo gástrico, pancreático y una especial absorción intestinal. Esta delicada absorción puede fallar fácilmente cuando existe déficit de estas sustancias como cuando existe una gastritis o intervención en las que se ha extirpado el estómago parcialmente o una parte del intestino. El déficit de cianocobalamina en la población general puede producir la denominada anemia megaloblástica. El déficit de esta vitamina en pacientes con predisposición genética puede producir la denominada acidemia metilmalónica, enfermedad extremadamente rara en la población general.
Vitamina D: clave en la formación de los huesos
La vitamina D o colecalciferol es una vitamina liposoluble. Dentro de dichas vitaminas se encuentran la vitamina A, K, D y E. Éstas son las que se disuelven en las grasas y se acumulan en el tejido adiposo y el hígado. Al acumularse estas vitaminas en estos tejidos existen unas reservas o depósitos de las mismas que pueden emplearse en periodos de escasez.
El colecalciferol puede ingerirse con los alimentos de origen animal o vegetal en sus dos formas: vitamina D2 y D3. La vitamina D que se ingiere con los alimentos no es la vitamina D activa, es decir la que interviene en los procesos del organismo, sino que esta vitamina necesita ser activada a través de la piel por los rayos UVA y debe ser metabolizada en hígado y riñón.
La vitamina D tiene como funciones en el organismo su intervención en la regulación del metabolismo del calcio y del fósforo aumentando sus niveles óseos, así como su función en el crecimiento y la mineralización ósea y de las yemas dentarias. Por eso la falta de vitamina D puede afectar al embarazo y desarrollo fetal.
Los alimentos ricos en vitamina D son los pescados, como el bacalao, las sardinas y el atún, las yemas de los huevos y los productos lácteos, principalmente porque la mayoría están fortificados con ella. Las necesidades de vitamina D en mujeres en edad reproductiva son de unas 200 UI/día.
Estos requerimientos aumentan durante el embarazo y la lactancia a 400 UI/día. Estas necesidades pueden ser suplidas con una dieta habitual equilibrada y exposición regular a la luz solar. Se recomiendan suplementos de calcio y vitamina D durante el embarazo en mujeres que presenten riesgo de deficiencia como mujeres inmigrantes, adolescentes o que ingieran escasas cantidades de productos lácteos.
Por el contrario, durante la lactancia, la suplementación con vitamina D debe realizarse de forma sistemática a toda mujer lactante asociando una correcta exposición solar.
Zinc: regula la función de las enzimas
El zinc es un oligoelemento de gran importancia para nuestro organismo, puesto que se encuentra muy extendido por el mismo. El cuerpo humano contiene, aproximadamente, 40 mg/kg de zinc. Las funciones del zinc son múltiples, tales como formar parte en la división y proliferación celular (tal y como ocurre desde que el óvulo es fecundado y hasta el final del embarazo), favorecer la cicatrización de las soluciones de continuidad, mejorar el sistema inmunitario o influir en el metabolismo de los hidratos de carbono, al igual que participar en los sentidos del olfato y el gusto. Todo ello es debido a que este oligoelemento permite que muchas enzimas funcionen de manera correcta.
La ingesta recomendada de zinc, por día, es de 20 mg para personas adultas, mientras que en las embarazadas y mujeres durante el periodo de lactancia, aumenta dicho requerimiento. En las carnes rojas, ostras, algunos pescados y mariscos, nueces, judías y aves de corral se encuentra el zinc.
Las alteraciones en los niveles de zinc en el organismo pueden afectar al adecuado funcionamiento del mismo. Claro ejemplo, es que en una dieta deficitaria, de dicha sustancia, puede producirse una alteración del sistema inmunitario y del sentido el olfato o un retardo en el crecimiento, al igual que diarrea, lesiones oculares y de piel, pérdida de cabello, retraso en la cicatrización... Las dietas vegetarianas pueden encontrarse asociadas a dicho déficit.
Por el contrario, niveles aumentados de zinc se pueden encontrar relacionados con alteraciones en la función del hierro, disminución del sistema inmunitario o niveles bajos de cobre.