Embarazada y con candidiasis, ¿qué hago?
Se denomina candidiasis a las manifestaciones patológicas de la piel o mucosas producidas por hongos del género cándida. Existen más de 30 especies. La candidiasis vaginal es la vulvovaginitis más frecuente. Más del 80% de los casos de vulvovaginitis están producidos por cándida albicans. Con menos frecuencia se encuentran otros patógenos como cándida glabrata, cándida tropicallis, etc.
La cándida forma parte de la flora normal de la vagina y del intestino. En cantidades normales no produce síntomas. Éstos aparecen cuando existe un sobrecrecimiento de la misma. Las alteraciones en la flora vaginal van a favorecer este crecimiento. Del mismo modo, pacientes con diabetes mellitus, obesidad, con alteraciones del sistema inmune, que presenten estrés o que sigan un tratamiento con corticoides pueden presentar este sobrecrecimiento y, por lo tanto, síntomas.
Durante el embarazo se produce un estado hormonal especial, como cuando se consumen anticonceptivos hormonales. Esto va a favorecer el crecimiento de cándida en la vagina. Y este es el motivo por el que la candidiasis es la vulvovaginitis más frecuente durante la gestación.
Picor, a veces insoportable
Los síntomas más habituales son aumento del flujo vaginal, el cual se hace blanquecino, grumoso, adherente, con un aspecto parecido al yogur o la cuajada. Produce, además, prurito o picor en ocasiones insoportable, escozor, eritema vaginal, vulvar o perirrectal (en la zona cercana al recto), lesiones eritematosas satélites, disuria o molestias urinarias y dispareunia o molestias en las relaciones sexuales. Estos síntomas son un motivo de duda frecuente en la consulta del obstetra tanto como en el servicio de urgencias.
El diagnóstico suele ser mediante una historia clínica y una exploración con espéculo. Puede realizarse también un examen al microscopio que confirme la presencia de cándidas. No es obligada su confirmación mediante cultivo del exudado vaginal, aunque éste puede estar indicado en casos dudosos o en aquellos casos resistentes al tratamiento. En este último punto, puede ser muy útil conocer la sensibilidad específica de la cándida a los antimicóticos más comunes.
El tratamiento se basa en el empleo de antimicóticos tópicos en dosis únicas o repetidas. Como antimicóticos tópicos pueden emplearse el clotrimazol, fenticonazol, itraconazol, miconazol, nistatina, entre otros.
El tratamiento oral está especialmente indicado en casos resistentes al tratamiento. Aunque no se conoce exactamente los efectos de los antimicóticos en las gestantes, parece que el tratamiento con dosis única de 150 mg de fluconazol tiene un perfil de toxicidad favorable.
Además del tratamiento específico, puede asociarse un tratamiento sintomático para mejorar el estado de malestar de la gestante. Pueden emplearse antipruriginosos. Asimismo, para prevenir su reaparición, se recomienda evitar ropa interior ajustada, preferiblemente de algodón, no realizar lavados intravaginales, que alteran el ecosistema normal de la vagina, y evitar el consumo de lácteos con fermentos lácticos activos.