10 síntomas y señales de alarma de la depresión posparto
La depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo que puede afectar a la mujer en el puerperio, y es mucho más frecuente de lo que imaginamos. Está descrito que hasta una de cada 10 mujeres sufrirá esta patología en mayor o menor intensidad. Es fundamental reconocer sus primeros síntomas lo antes posible, y consultar de forma inmediata con el médico para que valore la necesidad de instaurar el tratamiento y seguimiento adecuados.
Generalmente se presenta en los primeros tres meses posparto, aunque puede hacerlo hasta un año después. La depresión posparto es un sentimiento intenso de tristeza y melancolía, de intensidad variable, que puede desembocar en un trastorno psiquiátrico grave en algunos casos.
Esta patología tiene un origen multifactorial, y tienen mucho que ver en su desarrollo los cambios en niveles hormonales propios del embarazo y el puerperio, también sentimientos relacionados con la maternidad, las expectativas formadas, el intenso sentimiento de responsabilidad frente al recién nacido, las dudas que surgen en lo referente al cuidado del bebé y la lactancia, y la falta del sueño y descanso adecuados.
Diferencias entre depresión y tristeza posparto
Un trastorno más leve es la tristeza posparto, también denominada “puerperio azul” o “baby blues”, y afecta hasta a un 70- 80% de mujeres tras el parto, siendo este normal, es decir, un periodo adaptativo a la nueva situación, la falta de sueño, el cansancio y las preocupaciones propias de los primeros días. Si se prolongase más allá de dos semanas, y/o si los síntomas fuesen muy intensos, podemos estar ante un cuadro de depresión postparto, y debemos consultarlo, ya que puede llegar a afectar a la capacidad de la nueva mamá para cuidarse a sí misma y al recién nacido de forma adecuada.
En la mayoría de las mujeres que lo padecen ya comienzan a observarse algunos síntomas antes del parto. Son factores de riesgo los acontecimientos estresantes durante la gestación, y las complicaciones durante el parto (como por ejemplo, la cesárea de urgencia). También la falta de apoyo familiar, las dificultades en la relación de pareja, y el presentar antecedentes personales, o familiares de depresión o de trastorno bipolar, entre otros.
Signos de alarma que debemos consultar al médico
- 1. Sentimientos intensos de tristeza y desesperanza, inutilidad y culpa. Llorar con frecuencia y sin motivo aparente.
- 2. Preocupación y ansiedad extremas no justificadas. Sentimientos de pérdida de fuerza y energía.
- 3. Estados de irritabilidad, mal humor, enojo o incluso furia desproporcionados ante estímulos o situaciones cotidianas.
- 4. Problemas de concentración y atención. Afectación del autocuidado y del cuidado del bebé.
- 5. Perdida de interés por actividades que le gustaba realizar previamente.
- 6. Aislarse de amigos y familiares, con sentimientos de desconexión social.
- 7. Alteraciones del sueño -como no poder dormir a pesar de que el bebé duerma- y/o de la alimentación.
- 8. Tener problemas para crear un vínculo emocional con el recién nacido y dudar de la propia capacidad para cuidar de él.
- 9. Sentir dolores o molestias físicas intensas como cefaleas, dolor de estómago o muscular sin causa aparente que los justifique.
- 10. En casos más severos, pensar en hacerse daño a sí misma o al bebé.
Es frecuente que los primeros en darse cuenta de estos síntomas sean los familiares más cercanos. Por ello, deben estar preparados para poder detectarlo y animar a la paciente para que consulte con su médico de forma temprana, cosa que es fundamental, además de brindar comprensión, ayuda y apoyo emocional, vitales para la adecuada recuperación del cuadro.