Embarazo y coronavirus: ¿Por qué recetan heparina?
Según van avanzando los días, cada vez conocemos más a este nuevo coronavirus que ha cambiado nuestra vida, y poseemos más evidencia científica para poder prevenirlo y tratarlo de la manera más adecuada posible. No cabe ya ninguna duda de que se trata de un virus respiratorio, que afecta sobre todo al pulmón y vías aéreas, pero sabemos que también es capaz de afectar a mas órganos y sistemas de nuestro organismo, llegando a provocar complicaciones muy severas, incluso la muerte.
Lo más frecuente es que este coronavirus, denominado SARS-CoV-2 provoque una infección leve, que puede ser en muchos casos asintomática, pero aproximadamente un 20% de los afectados presentará un cuadro más grave, que habrá que vigilar estrechamente y tratar convenientemente. Parece que la mujer embarazada no difiere demasiado a este respecto de la población general.
Prevenir trombos en embarazadas con coronavirus
La comunidad científica ha observado una estrecha relación entre este virus y la aparición de fenómenos trombóticos, sobre todo en pacientes graves, que podrían explicar parte de las complicaciones de esta enfermedad. En ello hay varios factores implicados, como el encamamiento prolongado, el daño que el virus produce sobre el endotelio vascular (la capa más interna de los vasos sanguíneos) y los fenómenos de inmunotrombosis (interacción entre el sistema inmune y el sistema de coagulación como respuesta a una infección sistémica para evitar su propagación) lo que predispone a la formación de trombos vasculares.
Estos trombos, o fragmentos de ellos, pueden viajar a través de los vasos sanguíneos hasta la circulación pulmonar dando lugar a un cuadro denominado tromboembolismo pulmonar, que complicará aún más la patología respiratoria ya causado por el coronavirus. Además, también pueden viajar a otros órganos y sistemas, como el cerebro o riñón, ocasionando graves secuelas.
Gesatante y puérpera: más riesgo de trombos
Como ya hemos explicado en anteriores ocasiones, durante el embarazo se producen numerosos cambios fisiológicos e inmunológicos para que el organismo de la mujer se adapte adecuadamente a esa nueva vida que crece en su interior. Estos cambios la hacen más susceptible a infecciones, y también ocasionan un mayor riesgo trombótico que el que presenta la población general.
El embarazo y el puerperio son estados de hipercoagulabilidad fisiológica, y por ello, de manera sistemática evaluamos con detalle los factores de riesgo de enfermedad tromboembólica en la consulta obstétrica, mediante la historia clínica de antecedentes personales y familiares, y de los hábitos de vida. Ahora, durante esta pandemia, deberemos poner aún más atención si cabe en ellos, para poder prevenir eventuales complicaciones. Asimismo, ante la aparición súbita o agravamiento de la disnea en nuestras pacientes, deberemos sospechar y descartar un tromboembolismo pulmonar, para poder diagnosticarlo y tratarlo precoz y convenientemente.
Heparina en embarazo y posparto con COVID-19
El Ministerio de Sanidad, junto a las principales sociedades científicas de nuestro país relacionadas con los procesos de embarazo y parto, han elaborado un completo documento técnico para el adecuado manejo de la mujer embarazada y el recién nacido con COVID-19. Entre ellas, está la de realizar profilaxis de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) administrando heparina de bajo peso molecular (HBPM) a todas las mujeres gestantes o puérperas (madres recientes) con diagnóstico de COVID-19 confirmado, atendiendo a las recomendaciones que ha proporcionado la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH).
- Así, a una mujer gestante asintomática o con clínica leve y con test positivo frente al virus, se le deberá administrar heparina de manera profiláctica a lo largo de dos semanas. Si la clínica (o síntomas) es moderada, se alargará hasta siete días tras la resolución completa del cuadro clínico. La dosis adecuada debe calcularse en función del peso actualizado de la paciente.
Aunque existan síntomas compatibles o sospecha elevada de infección, si la gestante no presenta un cuadro moderadamente grave, recomiendan esperar al resultado del test y la confirmación de resultado positivo para iniciar este tratamiento.
- Si la gestante sufre neumonía o ingreso hospitalario, el tratamiento deberá alargarse un poco más, hasta un mes en el domicilio tras la hospitalización y si estuviese en el tercer trimestre, se valorará prolongar este tratamiento hasta el parto y seis semanas tras él.
- En cuanto al puerperio, las recomendaciones son similares, exceptuando que si la paciente asocia otros factores de riesgo de trombosis, o si el cuadro clínico ha sido grave, el tratamiento se debe prolongar hasta seis semanas tras el parto.
- Si por la historia clínica conocemos previamente que la mujer tiene otros factores de riesgo añadidos de enfermedad tromboembólica venosa, o incluso ya está administrándose heparina durante la gestación, se ajustará la dosis necesaria y el tiempo de administración en función de la severidad del trastorno y de los síntomas clínicos de la enfermedad.
¿Cómo sé si me van a recetar heparina?
En resumen, seleccionar adecuadamente a los pacientes candidatos para recibir una terapia antitrombótica es esencial para mejorar el pronóstico y reducir la mortalidad y las complicaciones relacionadas con la COVID-19. Debemos tener en cuenta que nos movemos en un escenario en permanente cambio, y estas recomendaciones pueden variar a lo largo de las próximas semanas o meses. Lo mejor es confiar en los profesionales que llevan tu embarazo, que te indicarán el tratamiento más indicado en tu caso, de manera individualizada, y recuerda que el sedentarismo también favorece los episodios trombóticos, por lo que es fundamental que mientras dure el confinamiento, realices ejercicio físico adecuado a tu situación y lleves una vida activa, aunque sea dentro de casa.