Mastitis: infección en las mamas
Muchas mujeres cuando empiezan a dar el pecho a sus bebés recién nacidos experimentan contratiempos que puede provocar que abandonen la lactancia materna.
La mastitis es una inflamación de la mama que puede derivar en una infección y que causa muchas molestias. Por eso, algunas madres cuando tienen una mastitis deciden dejar de amamantar a sus pequeños. Sin embargo, cuando la madre padece una mastitis, en general, no hay razón para que deje de dar el pecho a su bebé. Mantener la lactancia puede incluso ayudar a prevenir y superar la inflamación e infección de los pechos. Es importante que en cuando notes las primeras molestias en el pecho, consultes con un médico. Un diagnóstico precoz de las dificultades en la lactancia evita complicaciones y permite mantener la lactancia de forma segura.
¿Qué es la mastitis?
La mastitis es una inflamación de la mama que puede tener origen infeccioso o no.
- En algunos casos se produce simplemente por la acumulación de leche y la presión dentro de los conductos (mastitis no infecciosa).
- En otros, se complica con la entrada de bacterias, generalmente a través de grietas del pezón, dando lugar a una mastitis infecciosa.
¿Cuáles son los síntomas de la mastitis?
- Dolor intenso y localizado, que puede extenderse al resto del pecho.
- Zona enrojecida, caliente y endurecida.
- Fiebre (a menudo superior a 38,5 ºC).
- Malestar general, cansancio y síntomas similares a una gripe.
- En algunos casos puede salir leche con aspecto anómalo (más espesa o con grumos).
Causas principales de la mastitis
- Una obstrucción de los conductos no resuelta.
- Lesiones en el pezón, como las grietas, que permiten la entrada de bacterias.
- Falta de vaciado adecuado del pecho.
- Fatiga o bajada de defensas.
¿Qué hacer ante una mastitis?
- No interrumpas la lactancia. Es seguro continuar, incluso si existe infección. La leche no perjudica al bebé y el vaciado ayuda a mejorar la inflamación. Durante una mastitis, la leche puede cambiar de sabor, lo que en ocasiones genera rechazo por el lactante. En esos casos, es necesario realizar un correcto vaciado de la mama con sacaleches o manual.
- Aplica frío local tras las tomas para aliviar el dolor y la inflamación. No es recomendable el calor antes de la toma.
- Mantén un descanso e hidratación adecuados.
- Si la fiebre o el dolor son intensos, pregunta a tu médico que medidas terapéuticas compatible con la lactancia puedes adoptar.
- Si tras 24-48 horas no mejoras, acude al centro de salud: podría ser necesario iniciar tratamiento antibiótico.
Complicaciones de la mastitis
- En casos más avanzados o mal tratados, la mastitis puede derivar en un absceso mamario (una colección de pus). En ese caso, el tratamiento requiere drenaje y tratamiento farmacológico. Aun así, se puede continuar la lactancia del pecho sano y, en muchos casos, incluso del afectado, siguiendo las indicaciones médicas.
- En algunos casos puntuales y de manera poco frecuente, en mujeres con factores de riesgo, la mastitis puede avanzar a una infección generalizada y requerir ingreso hospitalario con seguimiento estricto.
¿Cómo prevenir la mastitis?
Aunque no siempre es posible evitarlas, hay muchas medidas que reducen el riesgo de mastitis:
- Amamanta a demanda, sin horarios rígidos.
- Asegúrate de un buen agarre: el bebé debe tener la boca bien abierta, cubriendo la mayor parte de la areola.
- Evita la presión sobre el pecho (tirantes, mochilas o sujetadores demasiado ajustados).
- No retrases las tomas nocturnas. Durante la noche la producción de leche es alta, y dejar pasar muchas horas puede favorecer la congestión.
- Descansa y mantén una alimentación equilibrada. El cansancio y el estrés afectan al reflejo de eyección de la leche.
- Evita manipular o masajear en exceso el pecho cuando no sea necesario. Los masajes deben ser suaves y solo en caso de obstrucción o ingurgitación.
¿Cuándo acudir al médico si tienes mastitis?
Busca atención profesional si:
- La fiebre supera los 38 ºC y persiste más de 24 horas.
- El dolor o el enrojecimiento aumentan.
- Aparecen síntomas generales importantes (escalofríos, debilidad, dolor muscular).
- Hay grietas profundas o secreción con mal olor.
- Notas un bulto que no desaparece tras varios días o después de amamantar.