"¿Puedo tomar una copa de vino...?" La respuesta es no
Explicamos los efectos del alcohol sobre el bebé
Las bebidas alcohólicas, sean las que sean, están prohibidas en el embarazo. Una pequeñísima ingesta puede causar en el bebé defectos que no se ven a simple vista como un cociente intelectual algo más bajo, problemas de comportamiento, déficit de atención… Alrededor de 4.000 artículos científicos publicados confirman que el alcohol puede provocar defectos en el feto, es decir, que es un productor teratógeno. Y no hay ninguno que diga que es beneficioso ni para el feto ni para el embarazo. Repasamos los efectos tóxicos del alcohol sobre el bebé con la ayuda de la Dra. Carmen Martín Blanco.
No hay dosis mínima segura
“¿Pasa algo por tomar una cerveza en el embarazo?” Es muy probablemente que en alguna ocasión te hayas hecho esta pregunta. O que alguien te haya dicho: “Por una cerveza no pasa nada”, o incluso que “una copa de vino en la comida es bueno”.
Aquí te vamos a descubrir la verdad de estas frases: a tu bebé sí que le puede pasar algo porque te tomes una cerveza, y una copa de vino nunca es buena ni para el feto, ni para el embarazo, ni para ti. El alcohol no es esencial para la salud, ni mucho menos, y tampoco presenta ningún beneficio. Por lo tanto, es complemente prescindible.
“En todos los estudios que se han realizado no se ha conseguido demostrar que haya una dosis mínima segura, es decir, que en esas dosis no se ha producido una alteración, por lo que las recomendaciones son cero, evitar al máximo la ingesta de alcohol”, nos comenta la doctora Carmen Martín Blanco, ginecóloga adjunta del Hospital Nuestra Señora del Rosario, en Madrid.
El consumo de bebidas alcohólicas en el embarazo puede, además, afectar al normal desarrollo de la gestación. Cuando se consume en el primer trimestre puede causar abortos. Y en el segundo o tercer trimestre provoca parto pretérmino y muerte fetal.
¿Y por qué al bebé le afecta tanto?
Tampoco hay un momento del embarazo mejor para beber, ni ninguna clase de alcohol es mejor que otra. Como nos dice la doctora, “no influye el tipo de alcohol, da igual cuál sea. El alcohol en sangre es el mismo”. Los efectos que el etanol o alcohol etílico provoca en el feto son los mismos, independientemente que proceda del mejor vino, de una cerveza o de las llamadas bebidas blancas, con una alta graduación, como la ginebra o el vodka.
Es probable que una cerveza o una copa de vino en el organismo materno no produzca ningún síntoma, y que no experimente signos de embriaguez, por lo que la futura madre lo vea como inofensivo, pero no es así para el bebé. El etanol en sangre al feto le afecta mucho más que a la madre por dos motivos: primero, como nos dice la doctora Martín Blanco, “porque está en pleno desarrollo y crecimiento”.
Y, en segundo lugar, porque “el nivel de enzima para metabolizar el alcohol es mucho menor en el feto”. “La cantidad de alcohol en sangre a la hora de ingerirlo va a ser la misma en el feto y en la embarazada, pero el bebé tarda más tiempo en metabolizarlo y sus efectos se van a prolongar más en el tiempo. Por eso, el riesgo es mucho mayor”, añade.
Defectos neurológicos que no se ven
Hay defectos que pueden provocar el consumo de alcohol, como dificultades con el aprendizaje o retardo en el desarrollo que en un recién nacido no son valorables, que aparecen a largo plazo, años incluso después del nacimiento, “pero se ha visto que el alcohol puede estar relacionado”, explica la doctora Martín Blanco. Son problemas que a menudo no se vinculan con la ingesta de alcohol en el embarazo, porque cuando dan la cara ha pasado mucho tiempo desde la gestación, y, además, en principio, el niño nació sano.
Pero con el tiempo empiezan a aparecer las complicaciones, como “retraso madurativo o problemas con el aprendizaje, en la psicomotricidad, de los reflejos, en el concepto del tiempo, de control de los impulsos, quizás déficit de atención e hiperactividad, comportamientos inapropiados”, señala la doctora. Un consumo ocasional de alcohol puede que no impida que un niño tenga un cociente intelectual normal, pero quizás esté por debajo de lo que tendría si su madre no se hubiese bebido una cerveza de vez en cuando.
Cerebro del bebé, extremadamente vulnerable
Son pequeños efectos irreversibles en el desarrollo cerebral que los estudios clínicos no siempre detectan. La ausencia de defectos clínicos visibles cuando nace el bebé no significa que no existan alteraciones moleculares que puedan predisponer a la aparición de algunas enfermedades en la edad adulta. “Sus órganos están en pleno desarrollo y son más sensibles. Cualquier alteración puede producir un defecto en ese desarrollo”. El órgano más sensible es el sistema nervioso central. De hecho, el consumo de alcohol es la causa más frecuente de retraso mental no genético. Pero, como nos indica la doctora Martín Blanco, también se pueden ver perturbados otros sistemas: “Se ha relacionado, por ejemplo, con alteraciones cardiacas y malformaciones del tubo digestivo y renales”.
Lo peor, el síndrome alcohólico fetal
Es evidente que un consumo elevado de bebidas alcohólicas provoca unas consecuencias muy evidentes. Es el llamado síndrome alcohólico fetal. “El síndrome es más frecuente en grandes bebedoras y en mujeres con un consumo crónico de alcohol, pero también está asociado en embarazadas que beben grandes cantidades de forma puntual, aunque no tengan un consumo habitual”, aclara la ginecóloga del Hospital Nuestra Señora del Rosario, de Madrid.
El espectro de afectación es muy variable. El síndrome es el más grave: los niños nacen con unas características físicas muy evidentes:
- Ojos pequeños y rasgados con implantación más bajos y separados.
- Cabeza y maxilar superior pequeños.
- Labio superior sin el surco y muy fino.
- Orejas deformes.
- Nariz plana y corta.
- Párpados superiores caídos.
Pero esto es solo la apariencia física porque causa anomalías cardiacas y cerebrales, problemas en el sistema motor y retrasos en el crecimiento y mental.
La placenta no protege del alcohol
La placenta es un órgano creado única y exclusivamente en el embarazo. Su misión es proporcionar al feto los nutrientes que necesita, pero también impedir que las moléculas de substancias peligrosas lleguen al feto. Pero no siempre lo consigue y eso ocurre con el etanol. Por su capacidad de dilución en grasas y proteínas atraviesa la placenta fácilmente; tanto es así que la concentración de etanol en el líquido amniótico alcanza el mismo nivel que en la sangre.