Citomegalovirus, la enfermedad del hermano mayor
El otro día en consulta una mujer gestante me preguntó muy preocupada sobre la posibilidad que tenía personalmente de que su futuro hijo pudiera sufrir la “enfermedad del hermano mayor”. Esta enfermedad es denominada así coloquialmente ya que está producida por un virus llamado citomegalovirus, de la familia de los herpes, que tiene su mayor prevalencia entre los 1 y 3 años de edad. Y como ocurre con la toxoplasmosis o la rubéola, lo grave es contraerla por primera vez en el embarazo.
Es la infección congénita más frecuente en nuestro medio, mucho más que la toxoplasmosis, de la que toda embarazada tiene información al respecto.Puede afectar a uno de cada 150 a 200 embarazos y su efecto en el recién nacido puede ser muy variable.
La gravedad de la afectación suele ser mayor cuando la infección materna se produce durante el primer trimestre de gestación y disminuye si se produce en el segundo o en el tercer trimestre.
La enfermedad por citomegalovirus en un adulto no suele ser grave ya que puede resultar desde una infección asintomática a simplemente generar un cuadro gripal. Lo más habitual es pasarla durante los primeros años de vida, por lo que aumenta la posibilidad de contagiar a mujeres embarazadas por segunda vez al ser sus hijos mayores afectados. Aunque en ocasiones pueden aparecer reinfecciones, lo que quiere decir volver a padecer la enfermedad, estas suelen ser menos sintomáticas y menos graves tanto para la madre como para el feto si llegara a afectarle.
Afecta al sistema nervioso del feto
Este virus tiene predilección por el sistema nervioso del feto, con lo cual, la mayoría de sus efectos involucran alteraciones a nivel neurológico que pueden ser muy variables. Desde ser prácticamente inadvertidas, hasta generar sordera congénita o lesiones más severas como parálisis cerebral.
Actualmente existe muchísima controversia sobre la posibilidad de establecer o de predecir si una mujer embarazada puede tener riesgo de infectarse de citomegalovirus durante la gestación, al igual que se ha hecho durante muchos años con la toxoplasmosis. La realidad es que a día de hoy no está claramente establecido si este cribado puede tener beneficios, ya que su determinación puede ser confusa y su interpretación es compleja. Los marcadores serológicos pueden mantenerse positivos durante largo tiempo, lo que puede hacer pensar que una mujer ha tenido una infección por citomegalovirus durante la gestación, y que realmente se haya producido mucho antes. Además, no existe un tratamiento adecuado que ofertar a una mujer para disminuir las posibles secuelas en el recién nacido en el caso de que esta infección finalmente se confirme.
Lo mejor es prevenir
Para la prevención del contagio por citomegalovirus es mucho más eficaz unas medidas higiénicas y preventivas a las que muchas veces se les da menos importancia. Estás medidas son muy sencillas y consisten en:
- Lavarse las manos después de cambiar un pañal o limpiar los mocos al hijo mayor.
- Tirar inmediatamente los pañuelos utilizados cuando se han usado.
- Evitar compartir los mismos cubiertos que el niño.
- Evitar darse besos en la boca.