¿Me puedo bañar en el mar o piscina estando embarazada?
Estamos en verano. Las mujeres embarazadas a las que les toca estarlo en esta estación se ven afectadas de formas contradictorias. Por un lado, el aumento de la hora a de sol favorecen el estado de ánimo y aumenta la apetencia por actividades al aire libre y la actividad física. Pero por otro lado, el inconveniente es que las altas temperaturas pueden hacer sentir incómoda a la gestante y favorecer algunas molestias habituales de la gestación. Estos inconvenientes aumentan según avanza la edad gestacional, siendo en ocasiones muy incómodos en el embarazo a término o a partir de la semana 37.
Por qué los baños favorecen a las gestantes
Esta época es en la que mayor número de viajes se realizan, tomamos nuestras vacaciones laborales, y uno de los destinos preferidos es acudir a la playa. También el baño en piscina es un hábito común que puede generar dudas en la embarazada. Sumergirse en el agua tanto en la playa como en la piscina, es un hecho que influye de forma muy satisfactoria en el estado físico de la embarazada. Le hace sentirse más ligera, y permite realizar ejercicio físico en descarga disminuyendo las molestias en la espalda, mantiene una buena tonificación y elasticidad de la musculatura, disminuye las piernas hinchadas y ayuda a tolerar la sensación de calor.
¿Puedo bañarme en la playa o meterme en la piscina?
Las dudas sobre si bañarse está permitido en la embarazada son muy frecuentes, y las causas dependen del momento gestación al en el que nos encontremos:
- Si tu gestación es de curso normal puedes llevar a cabo actividades tanto en la piscina como en la playa.
- Si, por el contrario, debes hacer reposo por alguna causa específica, no deberás tomar baños.
¿Más riesgo de aborto si me baño?
En el primer trimestre es el momento más frecuente en el quede producen manchados o los denominados amenazas de aborto. Además asociado a la leyenda de que en el primer trimestre el ejercicio físico es perjudicial, lo que no es cierto, muchas mujeres prefieren evitar sumergirse en agua, tanto en playa como piscinas. Si tu obstetra no te ha prescrito reposo o tranquilidad física, no existiría contraindicación alguna para bañarse tanto en playa como piscina.
¿Puedo tener un parto prematuro por bañarme?
En el segundo trimestre las dudas más frecuentes están relacionados con la posibilidad de desencadenar un parto prematuro, o cuando existe alto riesgo del mismo, o cuando ocurre un cuadro de metrorragia (hemorragia que proviene del útero) de causa no justificada o por placenta previa. En estos casos, a modo genérico, habitualmente no se recomienda sumergirse en agua.
¿Y perder el tapón mucoso?
En el tercer trimestre es donde surgen las mayores dudas dado que el parto se aproxima y con él, la expulsión del tapón mucoso y la ruptura de la bolsa. La pérdida del tapón mucoso es la sensación de salida de un flujo mucoso y pegajoso, que puede estar levemente manchado de sangre que se va a quedar en la ropa interior. Su pérdida informa de que el parto se acerca pero ni mucho menos es signos de que se vaya a desencadenar de manera inminente. El tapón mucoso, a pesar de su nombre no tiene un efecto de impedir el paso de gérmenes a la cavidad amniótica, por lo que su pérdida no significa que una mujer deba dejar de sumergirse en agua.
Romper la bolsa en el agua, el mayor miedo
El mayor miedo que presenta una embarazada, principalmente a término es que si se encuentra en el agua y rompe la bolsa amniótica, esto no va a ser percibido. Si rompes la bolsa, la pérdida de líquido amniótico va a ser continua, va a seguir cayendo por tus piernas cuando salgas del mar o de la piscina y el tiempo posterior. En ese caso, debes acudir a tu centro hospitalario o al que se encuentre más próximo para ser evaluada, mediante exploración física y monitorización fetal.
Consejos para unos baños seguros
En general, una embarazada con una gestación sin ningún problema no es una persona enferma. Por tanto, puede ir al mar o a la piscina siempre y cuando tenga una serie de precauciones adicionales como:
- El uso de ropa y calzado cómodo con buena sujección y que evite las caídas en terreno que puede ser resbaladizo.
- Cambio habitual de la ropa de baño que es de vital relevancia es cambiarse de manera asidua el bañador o el biquini, disminuyendo la posible humedad y la facilidad de infección por hongos.
- Empleo de protección solar máxima, no sólo para evitar las quemaduras solares, sino también las incómodas manchas del embarazo, tales como el cloasma. Dicha protección se debe realizar con cremas y utilizando sombrillas, sombreros, gorras…
Bebe mucha agua durante tus horas de playa o piscina. La embarazada tiene una sensibilidad mayor para deshidratarse, por lo que beber agua de forma continua -y sobre todo en la exposición solar- disminuye este riesgo.