Embarazo sano con miastenia gravis, ¿puedo lograrlo?
Consulta con tu especialista para preparar tu gestación
No se puede predecir qué gestantes con miastenia gravis empeorarán durante los meses del embarazo. Tampoco se puede saber qué recién nacidos manifestarán ciertos síntomas (llanto leve, dificultad para tragar...). Lo que sí se puede (y se debe) hacer antes de la concepción es consultar a un especialista para preparar adecuadamente el embarazo. Aunque considerada de alto riesgo, la embarazada con miastenia puede llevar una gestación controlada y dar a luz un niño sano.
Quiero ser madre y sufro miastenia, ¿puedo tener un embarazo saludable?
Si me quedo embarazada, ¿voy a empeorar durante la gestación?
El embarazo tiene un efecto impredecible sobre la evolución una enfermedad autoinmune como la miastenia gravis. La experiencia que se haya tenido en embarazos previos o el grado de estabilidad al inicio de la gestación tampoco predice la evolución del actual, como ocurre en otro tipo de enfermedades autoinmunes.
Existe un 40% probabilidades de empeorar, sobre todo en primer trimestre de gestación y primer mes postparto. Dicho de otro modo, el 60% o permanece igual o mejora. Las pacientes que tienen una timectomía (o cirugía en la glándula del timo) realizada al menos tres años antes de la gestación, parece que podrían disminuir el riesgo de brote o empeoramiento.
¿Puedo hacer algo antes de concebir para mejorar?
La citada cirugía sobre la glándula del timo podría disminuir el número de brotes de la enfermedad, así como el riesgo de desarrollo de miastenia gravis neonatal. Pero, como hemos comentado, deberían haber pasado al menos tres años tras la cirugía para notar sus beneficios. Esto es algo que se debe valorar en conjunto con su médico habitual, ya que es preciso valorar los riesgos y beneficios de todas las intervenciones quirúrgicas, así como el tiempo en que la paciente desea una gestación.
¿Qué es la miastenia gravis?
La miastenia gravis es una enfermedad autoimmune, es decir, que el propio sistema immune del paciente ataca a sus órganos. Esto significa que lo que se ve afectado es una parte en concreto del organismo, en este caso, la musculatura esquelética (o voluntaria) del cuerpo.
Es característico en la miastenia la aparición de debilidad muscular, que empeora durante la actividad y que mejora al descansar. Se puede afectar cualquier musculatura esquelética, pudiendo repercutir en la movilidad ocular y de los párpados, masticación, extremidades… Todos estos síntomas se pueden controlar bien con medicación, así como evitando situaciones que cada pacientes conoce que le inducen empeoramiento de los síntomas.
¿Podré hacer una vida normal durante el embarazo?
En principio, sí. Hay que estar pendiente de factores de riesgo conocidos que empeoren la enfermedad -infecciones, estrés, tiroides, fármacos…- para anticiparnos a ellos e intentar evitarlos de igual forma que si no existiera gestación. Y aunque se considere que el embarazo es de alto riesgo, se puede llevar una vida normal. Es importante fomentar el mantenimiento de la actividad laboral de la gestante, siempre y cuando no suponga riesgo para el embarazo, lo que se valora en las consultas.
También, el ejercicio físico moderado y adaptado a la gestación y una dieta saludable tanto para la madre como para el feto. Cada paciente es la que mejor conoce su enfermedad y sabe cuáles son aquellas situaciones que le inducen empeoramiento, por lo que se deben buscar estrategias de vida para evitarlas y favorecer su bienestar.
¿Tendré que dejar toda la medicación?
En principio, no. La mayoría de los fármacos son compatibles con la gestación pero esta es una pregunta que se ha de responder idealmente antes de quedarse embarazada para saber cómo actuar respecto cuando llegue el momento.
La consulta preconcepcional es importante ya que informaremos tanto de los fármacos que pueden continuar tomándose a lo largo de la gestación, como los que hay que abandonar o cambiar por otro, porque tienen riesgo de malformaciones en el feto. El consejo preconcepcional es individualizado para cada paciente y su estado clínico. Además, aconsejaremos suplementos preconcepcionales, como el yodo y el ácido fólico, como cualquier otra mujer que desea gestación.
¿Qué ocurrirá si me da un brote de miastenia?
La actividad de la enfermedad no va a ser predecible durante la gestación; ni la experiencia en embarazos previos, ni quedarse embarazada en período de estabilidad va a garantizar la ausencia de brotes. Lo más importante es que la mujer sea capaz de identificar aquellos estímulos que le induzcan empeoramiento de los síntomas. Es decir, la clave reside en evitar desencadenantes, ya que la prevención es pilar fundamental en estos casos.
Evitar las situaciones de estrés e infecciones es básico. También, lo es establecer estrategias de bienestar que ayuden a control de los síntomas es importante. Si fuera necesario, se podría tratar prácticamente con los mismos fármacos que si no se estuviera embarazada, siempre permitidos durante la gestación, e individualizando cada caso concreto según el brote y el momento del embarazo en que esto ocurra.
¿Podré tener un parto normal?
Si el embarazo se desarrolla sin complicaciones maternofetales, se puede esperar al inicio espontáneo del parto y la mayoría de las mujeres con miastenia lo tienen. Si fuera necesaria la inducción del parto, ésta se puede realizar de la misma forma que al resto de las pacientes.
El parto consta de tres fases: la primera es la fase de dilatación y ésta no se ve afectada por la enfermedad; la segunda es el período de expulsivo: la cabeza fetal desciende por el canal de parto hasta la salida de la misma y del cuerpo completo. Éste período es el que puede ser más agotador porque podría ser necesaria la colaboración de la madre mediante pujos dirigidos; pero existen formas para ayudar como es el expulsivo pasivo (sin pujos) o la asistencia al parto con ayuda de instrumental.
La última fase es la de alumbramiento que supone la salida de la placenta, y al igual que la primera fase no tiene por qué verse afectada. La cesárea como vía del parto se realizará según indicaciones obstétricas (presentación podálica, placenta previa…) y no por la enfermedad per sé aunque siempre hay que individualizar los diferentes casos. Durante el proceso del parto, se puede mantener la medicación habitual, pasando a vía intravenosa si la paciente lo precisa.
¿Podré dar lactancia materna con miastenia?
En principio, sí. Este tema se debe tratar a lo largo de la gestación para saber cuál es la decisión a tomar una vez llegado el momento. Inicialmente hay que evaluar dos aspectos: el primero es la necesidad de inicio rápido de determinados fármacos que la contraindicarían, valorando si es posible esperar un tiempo al inicio de éstos o no. En este caso, se permitiría la lactancia materna. El otro aspecto es evitar que surjan complicaciones neonatales (del tipo miastenia gravis neonatal), ya que el paso de anticuerpos a la leche materna podría empeorar los síntomas de los recién nacidos afectos.
De todas formas, la decisión de dar lactancia materna es de cada madre. Los beneficios de la lactancia materna son muchos (sistema inmunológico del recién nacido, alimentarse a demanda con lo que éste necesite, siempre el alimento preparado y a temperatura idónea…) y en general se fomenta. Pero si la paciente tiene que iniciar tratamientos contraindicados en el posparto o aparecen factores desencadenantes (cansancio, falta de sueño…) que inducen un empeoramiento de los síntomas, se podría realizar una inhibición de la lactancia materna.
¿Heredará mi hijo la enfermedad?
La miastenia gravis no se hereda directamente, ya que no es una enfermedad hereditaria que pase de padres a hijos. Pero lo que sí que se transmite es la predisposición genética a padecerla, pero no necesariamente se desarrollará. Éste es el motivo por el que varios miembros de una familia tiene la enfermedad o que existen familias en las que varios miembros tienen varias enfermedades de origen autoinmune.
¿Podría tener otros problemas mi bebé?
Existen dos entidades clínicas relacionadas con madres que padecen miastenia. La primera de ellas, que aunque es poco frecuente, es la que podríamos ver de forma más habitual en la práctica clínica, se trata de la miastenia gravis neonatal. Ocurre en un 20-30% de los hijos de madres con miastenia y se debe al paso de anticuerpos a través de la placenta.
No hay forma de predecir qué recién nacidos manifestarán los síntomas que suelen ser llanto leve, dificultad deglución y respiración. Lo más importante de todo es saber identificarlo para iniciar tratamiento en caso necesario; además, se trata de síntomas transitorios (en la mayoría de las ocasiones aparecen las primeras horas tras el parto) y que van a ir desapareciendo cuando el recién nacido vaya eliminando esos anticuerpos de su circulación.
Importante es, por tanto, la vigilancia del neonato los primeros días de vida. La otra entidad clínica, mucho menos frecuente es la artrogriposis múltiple congénita, en las que el feto padece contracturas de las articulaciones debido a la disminución de los movimientos que realiza dentro del útero. Por ello, si en las mujeres embarazadas es importante valorar los movimientos fetales, en mujeres con miastenia, aún más.