Etapas del Embarazo: Sexto mes de embarazo
¿Y el parto si se adelanta?
Si tu bebé naciera ahora, tendría posibilidades de sobrevivir gracias a los avances que se han producido en neonatología. Pero desde luego, lo mejor es que siga creciendo dentro de tu útero. Por eso debes cuidarte y no faltar a ninguna de las citas médicas. En este mes es probable que te hagan una analítica completa para comprobar tu estado de salud, y también te vigilarán la tensión arterial. De esta forma, el médico comprueba que tu embarazo transcurre sin contratiempos.
Cambios en la madre, empiezan a aparecer variaciones constatables en tu aparato locomotor
Desarrollo fetal: este mes continúa su rápido crecimiento y empieza a desarrollar sus sentidos
Pruebas a realizar: la analítica del segundo trimestre
Alimentación: hierro y anemia
Delega algunas actividades en tu pareja
Ingesta de líquidos, mantente bien hidratada
Pezón plano o retractil: dificultades en la lactancia
Curiosidad: los movimientos fetales a lo largo de la historia
¿Y si nace ahora?
Desde qué momento el feto puede salir adelante si nace es una pregunta que se hacen la mayoría de los padres. En la actualidad, las mejores unidades de neonatología – entre las que se encuentran muchas en nuestro país – logran la supervivencia de recién nacidos a partir de la semana 24 e incluso de la 23. Estos límites coinciden aproximadamente con los 500 gramos de peso al nacimiento. Existen casos que solo pueden calificarse como excepcionales en los que sobreviven recién nacidos en la semana 22 por debajo de los 500 gramos.
Pero la cuestión es más compleja cuando en la práctica se plantea la posibilidad de un nacimiento en el sexto mes de embarazo. No solamente hay que tener en cuenta si hay posibilidades de supervivencia, sino también las posibles secuelas neurológicas y de otros tipos que pueden sufrir posteriormente estos niños derivadas de su prematuridad. Los datos varían de unos centros a otros, y en caso de darse esta situación los padres deberían ser asesorados con datos del propio centro. Si hablamos en términos generales de los resultados que obtienen los mejores centros de nuestro ámbito (comparables a los de cualquier otro país desarrollado), la supervivencia en la semana 23 no suele superar el 10-20% y las secuelas neurológicas, en mayor o menor medida, son muy frecuentes. Por eso en estos recién nacidos se suelen aplicar cuidados compasivos y solamente si los padres insisten y el nacimiento se produce en buenas condiciones se lleva a cabo un intento activo de resucitación. Si se alcanza la semana 24, la supervivencia se eleva a cerca del 50%, pero las complicaciones de estos niños siguen siendo altas, por lo que la conducta activa depende de la decisión de los padres tras ser bien asesorados por los neonatólogos del centro. A partir de la semana 25, sin embargo, los resultados que se están consiguiendo en los últimos años son más halagüeños y se suele optar por una conducta activa. A partir de la semana 26 la gran mayoría de las guías de consenso aconsejan sin duda una actitud activa puesto que el pronóstico mejora sustancialmente. Toda esta información puede variar, evidentemente, de forma individual y teniendo en cuenta si hay algún otro condicionante que ensombrezca el pronóstico fetal, como la presencia de un crecimiento restringido intrauterino o la coexistencia de una infección.
Como es comprensible, el nacimiento en la frontera de la viabilidad supone importantes dilemas médicos y éticos en los en la actualidad la autonomía en la decisión de los padres toma un gran protagonismo. Afortunadamente es pequeño el porcentaje de embarazos en los que se plantea esta situación. Si es más frecuente, sin embargo, que se produzca en tu embarazo una amenaza de parto prematuro antes de la semana 34 que requiera de ingreso hospitalario. Aunque hayas superado esta primera barrera de la viabilidad fetal, debes tener en cuenta que cada día que se consiga retrasar el parto supone una mejora sustancial en el pronóstico de tu hijo, y sobre todo tendrá una gran influencia la posibilidad de administrar corticoides para favorecer la madurez pulmonar fetal en los primeros días de ingreso. Por todo ello, si te toca ingresar por esta causa, ármate de paciencia y trata de no desesperarte, puesto que tus tocólogos buscarán la continuidad del embarazo siempre que las condiciones lo permitan, por mucho que hayan mejorado los cuidados neonatales en los prematuros.
Me ha dado alto el azúcar: ¿qué pasa ahora?, ¿corre peligro mi bebé?
Este mes toca la famosa “prueba del azúcar” o “test de O´Sullivan”, que en realidad es una prueba para seleccionar a embarazadas en riesgo de padecer diabetes gestacional.
Si da positiva no implica todavía que se confirme la existencia de una diabetes gestacional, pero te harán otra prueba más larga para confirmarlo o descartarlo. Si te diagnostican diabetes gestacional es común que, antes o después de visitar al tocólogo, consultes en internet cuáles pueden ser las consecuencias. Existe, por tanto, el peligro de que accedas a información inexacta o difícil de interpretar de forma correcta por no especialistas y de ello se derive un miedo y ansiedad injustificado.
Lo primero que debes tener en cuenta es que no tienen nada que ver las consecuencias de la diabetes pregestacional mal controlada (mujeres que necesitan insulina o antidiabéticos orales antes del embarazo) con las consecuencias mucho más benignas de la diabetes gestacional.
Otro aspecto importante que tienes que conocer es que padecer diabetes gestacional no te convierte en diabética tras el embarazo. La diabetes gestacional es consecuencia del sobreesfuerzo que hace el páncreas para producir insulina durante el embarazo y que, en algunas mujeres no diabéticas, puede llegar a superar sus reservas. Por tanto, una vez que termina el embarazo y dejas de estar sometida a altas demandas de glucosa, la diabetes desaparece en la gran mayoría de los casos. Sin embargo, si has padecido diabetes gestacional sí tienes más posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 (no insulin-dependiente) en el futuro, por lo que debes vigilarte cada cierto tiempo de acuerdo con tu médico de cabecera o con las normas que se te indiquen.
El principal inconveniente que acarrea padecer diabetes gestacional es que tu feto puede crecer excesivamente, dificultando tus posibilidades de tener un parto vaginal y/o aumentando las complicaciones del parto. Para evitarlo, si padeces diabetes gestacional te someterán a una dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida, ejercicio y a unos controles de los niveles de glucemia, aunque mucho menos estrechos de los que se realizan a las mujeres diabéticas pregestacionales. Solamente una pequeña proporción de diabéticas gestacionales requerirá insulinización durante el resto del embarazo para el adecuado control.
Por tanto, si padeces diabetes gestacional no debes asustarte, ya que si sigues adecuadamente los controles y recomendaciones de tu tocólogo / endocrinólogo tu embarazo no tiene por qué presentar más riesgo que cualquier otro.
¿Qué oye el feto dentro del útero?
A casi todos los padres les surge la curiosidad por saber si su hijo podrá escucharles desde ahí dentro. Durante mucho tiempo se pensó que el ruido intrauterino enmascaraba gran parte de los sonidos exteriores, entre ellos los de la voz humana. Diversos estudios realizados en los años 70 parecían excluir que el niño pudiese oír la voz materna. Posteriormente se ha sabido que el feto puede oir sonidos externos de una intensidad superior a 65 decibelios, como el que hace una aspiradora, por lo que habría que hablarles un poco fuerte para que nos oyesen. A la madre, sin embargo, puede oírla incluso aunque hable más bajito, puesto que también transmite directamente las vibraciones a través de su cuerpo. De hecho, se cree que la voz materna forma parte importante del entorno sonoro fetal. A partir de la semana 28 el feto es capaz de responder a estímulos acústicos. Este efecto es bien conocido por los obstetras, que en ocasiones utilizan “laringes artificiales” para provocar ruidos que estimulan la frecuencia y variabilidad del latido fetal, permitiendo comprobar el bienestar fetal cuando esto ocurre.
Es probable que el feto comience a escuchar y diferenciar sonidos a partir de este mes, y oirá mejor sonidos los sonidos graves que los agudos, por lo que es capaz de distinguir mejor las vocales que las consonantes. oEs importante estimular al feto, ya que se ha demostrado que es capaz de aprender de sus experiencias auditivas. No solamente es capaz de distinguir la voz materna, sino también de diferenciar entre una gran variedad de sonidos externos complejos, incluidos los ritmos musicales. Por eso, desde que nacen, muestran preferencia por la voz de su madre y por las canciones que ya habían oído dentro del útero, que les recuerdan a su feliz estancia ahí dentro. Así que… anímate a cantarle nanas y ponle música tranquila, con lo que crearás unos vínculos afectivos muy positivos y le ayudarás al desarrollo de las áreas cerebrales de la música y el lenguaje.
¿Estoy ganando el peso adecuado?
En primer lugar, puedes preguntarte cómo se reparte el peso que se gana en el embarazo. En la siguiente tabla se explican los componentes de la ganancia de peso materna durante el embarazo:
Componente |
Peso en gramos [media (rango habitual)] |
Feto | 3.500 (2.800-4.000) |
Placenta | 600 (400-900) |
Líquido amniótico | 800 (500-1.100) |
Útero | 900 (800-1.000) |
Mamas | 400 (300-500) |
Volumen sanguíneo | 1.800 (1.300-2.300) |
Líquido intersticial | 1.200 (800-2.000) |
Depósitos grasos | 1.500 (0-3.000) |
Total | 11.000 (7.000-13.000) |
La ganancia media de peso durante el embarazo se sitúa entre los 9 y 11 kg. Sin embargo, no todas las madres ganan el mismo peso. Las diferencias suele producirse fundamentalmente como consecuencia de una mayor o menor acumulación de líquidos y/o grasas de reserva, mientras que el resto de componentes se mantienen relativamente constantes. Las mujeres que comienzan el embarazo con sobrepeso u obesidad suelen ganar menos peso que las mujeres delgadas, a pesar de lo cual los hijos de madres obesas suelen tener un mayor peso al nacer. Por tanto, la arraigada idea de que “hay que comer por dos” durante el embarazo es especialmente falsa en el caso de mujeres obesas, en las que una ganancia menor a los 7 kg es aceptable e incluso podría resultar beneficiosa. En el extremo contrario, tampoco debes obsesionarte si eres una mujer delgada y has ganado en el entorno de los 15 kg. El exceso en la ganancia de peso es un problema frecuente y sí debes conocer que se ha asociado a mayor riesgo de parto pretérmino, peso fetal inadecuado (por exceso o por defecto), parto por cesárea y sobrepeso a largo plazo (no es fácil quitarse posteriormente el peso ganado durante el embarazo). Por todo ello, si te pasas de peso tu tocólogo te lo advertirá y te tendrá que poner a dieta.
La embarazada y su peso ideal
Controlar el peso durante el embarazo es fundamental para el buen desarrollo de tu hijo.
Tensión arterial y embarazo: ¿has oído hablar de la preeclampsia?
Durante el primer y segundo trimestre lo habitual es que la tensión arterial sea algo menor a la tensión que se suele tener fuera del embarazo. Al final del embarazo, sin embargo, la tensión arterial suele aumentar. Todo esto son cambios fisiológicos, absolutamente normales. Sin embargo, hay un grupo de embarazadas, alrededor del 2-5% que pueden desarrollar un trastorno complejo denominado preeclampsia y que se suele manifestar al principio por una excesiva elevación de la tensión arterial a partir de la segunda mitad del embarazo, pero que puede asociar otras múltiples complicaciones graves para la madre y el feto: afectación de órganos maternos como el riñón, el hígado y el cerebro y restricción del crecimiento en el feto. La preeclampsia es una entidad que se produce exclusivamente en el embarazo y su causa parece residir en la placenta. Según se cree, cuando la placenta se implanta defectuosamente, puede que no consiga nutrir bien al feto en esta segunda mitad del embarazo que es cuando mayores demandas requiere e incluso en casos menos frecuentes puede desprenderse amenazando la vida del feto.
Además, estas placentas enfermas envían una serie de señales a la circulación materna que provocan daños vasculares en los órganos mencionados, provocando que aparezcan proteínas en la orina, aumento de las transaminasas del hígado, alteración de la coagulación, que la madre retenga líquidos (edemas) y que esta acumulación de líquidos en los pulmones produzca dificultades respiratorias y en el cerebro provoque dolor de cabeza e incluso convulsiones. Por supuesto que la mayoría de las mujeres que desarrollan preeclampsia no suelen padecer las complicaciones más graves, pero es necesario que las embarazadas estén al tanto de en qué consiste este problema relativamente frecuente y que sepan cuáles son sus síntomas y cómo hay que actuar en caso de se sospeche su presencia.
Desafortunadamente, se desconocen muchos aspectos sobre el origen de la preeclampsia y esto hace que a día de hoy sea difícil de predecir y no se conozca otra forma eficaz de tratarla que no sea finalizar el embarazo. Esto hace que la preeclampsia suponga a día de hoy probablemente la principal amenaza para la madre y el feto durante el embarazo.
Te preguntarás qué puedes hacer para evitarlo. Todavía no se conocen medidas preventivas eficaces, aunque se utilice la aspirina en bajas dosis en mujeres con factores predisponenetes, pero sus resultados son discretos. Por tanto, lo más importante es detectarla y controlarla precozmente para prevenir sus complicaciones a tiempo.
En los últimos años se están desarrollando marcadores para la predicción precoz de la preeclampsia. El más empleado es el de la medición mediante ecografía Doppler del flujo en las arterias uterinas maternas y cada vez se conocen mejor diferentes factores angiogénicos (que participan en el mantenimiento del estado vascular) presentes en la sangre materna que en un futuro próximo permitirán anticipar el diagnóstico. Sin embargo, ninguno de estos métodos se utiliza todavía de forma rutinaria en la práctica clínica.
La mayoría de los casos de preeclampsia se producen al final del embarazo. Cuando aparece en el noveno mes su evolución suele ser benigna tanto para la madre como para el recién nacido. La razón de incluir aquí un apartado sobre la preeclampsia es que los casos de preeclampsia que con más frecuencia amenazan el pronóstico de la madre y el hijo son los que se presentan de forma precoz, a veces tan pronto como en el sexto mes. Afortunadamente, estos casos graves y precoces son los menos frecuentes.
Los principales signos y síntomas de la preecalampsia que puedes percibir son:
- Elevación de la tensión arterial por encima de 140/90 cuando previamente la tensión era normal
- Aparición de hinchazón en cara y manos (aunque puede ser síntoma inespecífico, y debes tener en cuenta que la hinchazón de pies casi siempre es normal
- Disminución de la cantidad de orina
- Dolor de cabeza
- Dolor intenso y localizado en la parte alta del abdomen
- Visión de "luces"
Si notas uno o más de estos síntomas de forma persistente, debes acudir lo antes posible a tu tocólogo para que valore si padeces una preeclampsia.
Una vez que se diagnostica una preeclampsia en un momento precoz del embarazo el tratamiento suele ser controvertido y se realiza de forma individualizada. Se intenta continuar el embarazo siempre que las condiciones maternas y fetales lo permitan para evitar la prematuridad, pero si aparecen complicaciones graves se opta por finalizar el embarazo mediante la inducción del parto o la realización de una cesárea con lo que se produce la mejoría materna en la mayor parte de los casos.